El viernes 25 de junio a las 5:30 de la mañana estuvimos en el autobús de relación Białystok – Gdańsk. Ese fue uno de los días más calurosos. En el autobús „lujoso” de marca Autosan, con el aire acondicionado roto y asientos estrechos sentimos ya en el principio el sabor de una verdadera aventura. Experimentamos durante unas horas sensaciones que íbamos a recordar mucho tiempo, pero sí que llegamos ilesos y por muy poco dinero.
En Gdansk estuvimos alrededor de las 5 de la tarde. Tuvimos una hora entera para llegar al puerto y prepararnos al control aduanero. Desde la estación de PKP (Compañía Ferroviaria Polaca) hasta el muelle tuvimos que arriesgar a coger un taxi. Desgraciadamente, eso no fue una idea muy buena. El conductor nos llevó en un ford focus viejo, sin caja fiscal e incluso sin taxímetro. Tras llegar al destino después de unos 15 – 20 minutos, el conductor pidió 40 zloty, lo que, según se vio luego, fue un robo en pleno día.
Durante el control nos revisaron nuestros billetes y pasaportes, después nos fuimos al borde de la barca. El transbordador fue enorme, tuvo 10 plantas, 150 metros de longitud y 40 de anchura.
En el verano el Báltico es sereno, ni siquiera sentimos que navegábamos. Si los motores no hubieran trabajado y no se hubieran visto los paisajes, no habríamos sido conscientes de que estábamos en alta mar. Fue un viaje fantástico.
Suecia es un país muy raro, especialmente para la gente de la orilla opuesta del mar. Es un país alejado de la realidad polaca en muchos aspectos. Es un país de inmigrantes. Suecos auténticos en principio son rubios de complexión y apariencia muy características. En Estocolmo, un habitante corriente es un negro, un iraní, un turco, vimos también muchos paisanos – una multitud de dialectos, lenguas, una mezcla total de culturas y costumbres.
La capital es cortada, casi como Venecia, con un gran número de canales. A las partes más alejadas y periferias se puede llegar con el metro. Los billetes son caros, pero si se compra un abono mensual se puede viajar por todo el país usando todos los medios de transporte. Los túneles horadados en la roca producen una impresión extraordinaria. Bajadas de la superficie a los andenes del metro duran por lo menos unos minutos. Alguien a quien le gustan tales paseos, tendría mucha diversión.
Paseando por la ciudad se puede notar el carácter profamiliar del estado. La política social es tan desarrollada que muchas mujeres se deciden a tener hijos. Incluso me atrevo a afirmar que cada una de dos o tres mujeres allí estaba embarazada o iba con un coche de niño. Parece que se obtiene subsidios muy altos por cada hijo. Eso saltaba a la vista de una persona criada en la cultura donde a tener hijos se decide la gente que ha pasado los treinta.
El Casco Viejo, es realmente viejo. Gracias a que los suecos se rindieron sin lucha durante la Segunda Guerra Mundial, sus monumentos no cayeron en ruinas. Y lo que fue robado en el período de las guerras de la Europa del siglo XVII se puede admirar en numerosos muesos y galerías. En Suecia, el Casco Viejo es un complejo de un gran número de callejones estrechos. A sus ambos lados trepan hacia arriba casas de vecindad, que nunca han visto el sol. Sin duda, en el interior de esos edificios de tres pisos deben de tener problemas con la humedad, los hongos, el aire pesado. Sin embargo, según de lo que nos enteramos, esas casas malolientes son las más caras en el mercado inmobiliario sueco, reservadas para suecos auténticos, de las esferas más altas de comerciantes, médicos etc. …
En el Casco Viejo no hay iglesias y esto es muy característico. En nuestra realidad este elemento sagrado es asociado con la parte vieja de la ciudad. Y allí, nada más que edificios y edificios, con todo, muy bonitos. Mientras íbamos a Hallunda, notamos una iglesia luterana, que no se distinguía de otros edificios por nada, excepto por la inscripción por encima de la entrada.
Alrededor mucho verde, en los barrios tanto pequeños como grandes del centro de Estocolmo o de las periferias, donde se encuentran barrios de inmigrantes, se notaba el orden. Es difícil decir si esto era el efecto de las reglas vigentes en ese país o de la administración que funcionaba hábilmente. Merecen atención también los campos de tenis, estadios o campos de deportes numerosos. No notamos si fueron muy frecuentados, pero sí que había muchísimo de ellos.
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